
San Lorenzo hizo casi todo mal y Lanús encontró el triunfo con un goleador que salió de las sombras
Walter Bou venía de un semestre muy flojo en Vélez, fue suplente en su nueva etapa en Lanús, pero ingresó cuando faltaba un cuarto de hora para el final y en ese rato recordó al jugador intere...
Walter Bou venía de un semestre muy flojo en Vélez, fue suplente en su nueva etapa en Lanús, pero ingresó cuando faltaba un cuarto de hora para el final y en ese rato recordó al jugador interesante e incisivo que brilló en Defensa y Justicia. Él armó y concretó los dos goles con que Lanús derrotó con total merecimiento a San Lorenzo 2-0 en el Nuevo Gasómetro. Y de paso le puso luz a una tarde de fútbol en tinieblas.
Adam Bareiro, goleador y capitán del Cuervo, parecía tener el futuro asegurado en Brasil, pero la nueva dirigencia azulgrana le prometió un aumento en sus ingresos y acabó siendo titular en el estreno. Gastón Hernández ya había hecho las valijas para irse a Grecia, hubo diferencias con la forma de pago, y estuvo en el banco. Cristian Ortiz ya había arreglado su llegada a Boedo, hizo la revisión médica, pero acabó en Recife.
A las historias de pases frustrados o concretados, en San Lorenzo o en cualquier club de nuestro fútbol, hay que sumar los que llegan sobre la hora, bajos de forma física o sin tiempo ni para aprenderse el nombre de los compañeros. Si a esto se le agregan un mercado de pases todavía abierto, que distrae a jugadores, técnicos, directivos e hinchas; más 30 grados de temperatura y un sol ardiente a las 5 de la tarde, la posibilidad de ver un buen partido queda reducida a un margen casi imperceptible.
San Lorenzo y Lanús no pudieron escapar a la maldición de las primeras fechas en pleno verano y llenaron la cancha de excusas y coartadas para explicar la mediocridad de un partido fácil de olvidar.
Ni el Gallego Rubén Insúa, al menos desde que se hizo cargo del equipo que lleva grabado en el alma; ni el Ruso Ricardo Zielinski a lo largo de toda su trayectoria son técnicos afectos a la osadía futbolística. Tampoco dirigen planteles con una profunda riqueza técnica, y las circunstancias antes señaladas les entregan cartas muy alejadas de anchos de espadas o semejantes. Entonces, plantean los partidos pensando básicamente en no padecer goles en sus arcos. Y como a ninguno le sobra capacidad individual ni funcionamiento colectivo para romper defensas numerosas y sin escrúpulos para colgar de una tribuna toda pelota que caiga en su zona, el duelo se convierte en una suma de errores, pifias, roces, quejas y protestas.
Lo más destacado de San Lorenzo 0 vs. Lanús 2
La primera mitad dejó muy poco para apuntar. Fue apenas algo superior el local, aunque más por intenciones que por lo que realmente ofrecieron. Un par de carreras de Malcom Braida por izquierda en los minutos iniciales amenazaron con abrir una vía interesante para acercarse a Lucas Acosta en su regreso al Granate, descubrían huecos en el nutrido y físicamente poderoso fondo Cuervo, pero la falta de compañía lo condenaba a la decepción.
Sólo un par de centros mal defendidos hicieron sacudir la modorra. Muy forzados en el remate, no acertaron con el arco Nery Domínguez y Felipe Peña Biafore para la visita; un cabezazo de Gastón Campi a las manos de Acosta fue el único remate azulgrana en esa mitad inicial.
Salió del vestuario con otra predisposición Lanús y en un puñado de minutos concentró algunas ocasiones casi ajenas al partido. Primero Raúl Loaiza quedó mano a mano contra Facundo Altamirano (otra vez por el medio, zona extrañamente floja en el equipo de Insúa); un minuto más tarde fue Luciano Boggio quien no pudo acomodarse para definir en el área chica; y enseguida Braian Aguirre probó desde lejos. En todas se lució el arquero.
Después el juego volvió a la vía muerta. Pero llegaron los cambios y la presentación de caras nuevas: Eric Remedi, Cristian Tarragona, Alexis Cuello, Iván Tapia y, fundamentalmente, Walter Bou.
Dentro de la chatura, Lanús siempre dio mejores señales, y sobre el final las trasladó a la red. A los 40, Bou inició una combinación en la que participaron Agustín Rodríguez y Jonathan Torres, que la dejó hacia atrás para que el 9 le pegara seco y abajo de derecha: 1 a 0. En el descuento, el hombre que recibió la herencia de José Sand encabezó la contra, buscó a Torres, que alcanzó a pellizcar la devolución, y la puso de rosca y de zurda contra el palo derecho.
Las primeras fechas del verano tienen una peligrosa tendencia a la mediocridad. Lo cumplió a la perfección San Lorenzo, que hizo casi todo mal. Le escapó raspando Lanús, que terminó ganando bien. El fútbol bien jugado quedará cuando se acaben el calor y las distracciones de un mercado de pases demasiado vivo.